El aire se vuelve espeso y mis pies comienzan a desmayarse,
no me dejes llorar y dame un último cigarrillo para poder quemar estos demonios
que empiezan a creer que soy suya. Tu carcajada me apacigua, me deja seguir
cuando el camino se cierra y el cancerbero no nos deja ir a aquel inframundo y está
listo para devorarnos.
Creo que estamos destinados a no ser, a que nuestra piel sea
despellejada por nuestros propios miedos y nunca dejar que el sol brillante
derrita nuestras retinas, pero no importa, porque las llamas nos están esperando
y somos libres. Cariño… nunca las dejaremos
El frío nos traspasa como mero traidor pero ya no importa porque no volveremos a casa ésta noche y quizás
tampoco mañana…
No hay comentarios:
Publicar un comentario