Ya nada me puede calmar ahora, ni siquiera este whisky
barato que me regalaste. Todo se siente tan tangible, tan evidente. Me gustaba
cuando en la oscuridad solíamos regalarnos lo prohibido pero ya no estas o ya
no te veo y el tic tac del reloj me está volviendo loca y tengo miedo, miedo de
que él vuelva y vos no estés acá y apunte a mi sien, ¿sabes qué? Siento éstas
cuatro paredes como el más alto precipicio y estoy extrañando esas noches
donde nos despellejábamos escuchando
Oasis mientras ésta monotonía cambiaba de colores pero ahora está todo negro y
la similitud con la inestabilidad se vuelve cada vez más real porque eras el único
que lograba que este escepticismo desapareciera y me hacías creer en todo, que él no iba a
volver, que no se atrevería a increparme nunca más, pero acá estoy, creo
escuchar ruidos en la cocina, seguro es él…
No hay comentarios:
Publicar un comentario